martes, 26 de enero de 2010

No tardes.
Llégate porque te llamo.
Mi grito silencioso
es de urgencia contenida.

No tardes.
Ven porque te espero.
Si no vienes, si tú no llegas,
nunca más distinguiré
el blanco del negro,
la voz del silencio,
la alegría de la nada.
Y me envolverá la niebla,
la que acecha agazapada,
la que impide que mis pasos sean firmes.

No tardes.
Asómate a mis ojos,
enrédate en mi talle,
bríndame el calor de tu sonrisa,
paséate por mi piel,
saca de mí aquello que escondo.

Aparece ya,
en esta misma hora
y quédate en mi carne
que es alma a veces
y en mi alma
que necesita mi carne.

No tardes.
Aparece.
Llégate pronto, ahora.
Porque sin ti me asusta el amanecer
y me pesan las estaciones.

domingo, 17 de enero de 2010

Ahora,
cuando el atardecer es tempranero y sombrío,
cuando la vida incierta
ha borrado la sonrisa hermosa
y ha untado los ojos de cataratas prematuras.
Cuando vivir es pasar de puntillas
sobre campos de amapolas
y dejar la fuerza de tus huellas
sobre el betún del asfalto,
sobre las sombras de los muertos.

Cuando el aire es denso y opaco
y de las horas sólo queda el olor sin aroma
y los pasos se hacen lentos
y fatiga el peso de los hombros
y los labios te dicen que todavía, quizás todavía.
Todavía.
Torpe ilusión del desengaño.
¿Qué significas, todavía?

Ahora, cuando ya de todo
sólo quedan retazos
y la apisonadora arrasa
aplastando los brotes reverdecidos.

Ahora, cuando los días se suceden
como martilleos de herrero,
duros y monótonos
y el cielo no se abre
para esparcir su polvo de estrellas.

Cuando el sol asoma su brillo
para iluminar cicatrices.
Cuando quedan sólo retales,
retales de brocados que fueron hermosos.
Cuando del fuego vivo, embriagador y envolvente
sólo quedan rescoldos de ceniza.

Ahora,
ahora puedo recordar, llorando,
el perfume salvaje de la vida naciendo.


ZAXANAERCIS