domingo, 9 de octubre de 2011

La memoria son tus manos
y las huellas de tus dedos,
cristales y espejos sin tiempo,
anacronía de las palabras,
de verbos no conjugados.
Infinitivos.
Verbos sin tiempo.
Tiempo de arena parada
en la rigidez infinitiva.
Pero la memoria son tus manos
y la huella de tus dedos
y las comisuras de esos labios
que conjugan ahora los verbos
con una gramática de piel
presente y futura.
Tiempo de arena que se cuela
entre las palabras
y los accidentes de nuestra geografía
entre el humo de los cigarrillos
y la sincronía de los relojes
y la fragancia de las almohadas.
La memoria son las huellas
en las ropas abandonadas en el suelo
por la mañana
o la noche
o el mediodía.
La memoria es esta mañana
ayer noche
mañana a mediodía.
La arena de un tiempo sin tiempo
que ahora pintamos eterno.

sábado, 8 de enero de 2011

No retrocederé
ni un solo centímetro.
Cada minuto.
Cada minuto
es el momento de otra victoria.
No temas.
Ni la resurrección de los rituales
Ni el canto de la disonancia.
No habrá vuelta atrás
porque cada minuto
inventamos,
minuto a minuto,
la única senda posible.
Cada minuto
otra victoria.
Minuto a minuto.
La nueva victoria
que nos aleja
de la desnudez a la intemperie
y de los sarcófagos
bajo una tierra sin lirios.

jueves, 9 de septiembre de 2010

En largos pasillos de silencio
se funden, insonoras,
las voces que cantan
la luna azul
del entonces.

Crisol de marejadas,
de horizontes,
de audaz inocencia
que juega al disimulo de la obviedad
habitando mares,
trazando estelas de agua
que salpican
el miedo y la osadía
y que erizan pequeños senos de espuma
ajenos a la danza de lo real.

Crisol de horas,
marcadas para siempre
en algún reloj de la sangre,
de horas de un día,
en un lugar de la memoria
donde se resume toda una vida.

En largos pasillos de penumbras
se muerde el tiempo que fue.
Se conjura,
con la avidez del todavía,
con la gula del aún,
con la certeza del límite,
aquella luna de miel
aquella luna de agua
aquella luna de estelas
que habitaba mares sin fondo.

domingo, 6 de junio de 2010



¿En qué momento
te inundó su ausencia,
el olor a tierra baldía,
el temblor del vacío
en primera persona?

¿Cuándo sentiste
las notas desleídas de su voz
flotando en el polvo,
paradigmas del silencio inmisericorde?

Las paredes están solas,
las palpas, sonámbulo,
buscando el eco de los días soleados,
de una roja melena
que alimentaba tus dedos
y germinaba en los tallos de tu sudor.

Sólo una silla.
Una sola silla.
La mesa sin mantel,
el plato abandonado,
ser vivo que evidencia toda la desnudez,
la desnudez de tu desnudez.

También el vino abandonado,
el vino de viejos brindis
- ya viejos -
envueltos en las risas,
en las cómplices miradas,
preludio de juegos
que agrandaban tus pupilas
y enturbiaban tu razón.

¿Cómo se fue?
¿Envuelta en negro
siguiendo a las luciérnagas?
¿Vaciando tus paredes
y tus puertas y tus armarios
y las arcas de tus días?

Abandonándote.
Abandono.
Dejándote el rancio sabor
del desconsuelo
y el desconsuelo de la verdad.

¿En qué momento quedó tu mesa sin mantel
y se apagaron las paredes?
¿En qué exacto momento
el vino ya no te embriagó?

Esto se escribió después de empaparme
de este cuadro ( "Desolación" ) de
Pío César Robla, el mejor pintor del
silencio, de ese silencio donde
siempre palpita una historia.
También mi queridísimo amigo
con quien compartí "sanatas"
hace ya muchas lluvias.

domingo, 25 de abril de 2010

Largamente te sueño,
por mis ríos subterráneos
y por las aristas de mi geografía
con los ojos despiertos
y con los recovecos dormidos
del recuerdo enquistado.

Te sueño en cada paso,
con la luz del alba
y con el color de las tardes.

Te sueño en cada gesto de mi memoria,
en cada gesto veo tu nombre
y con tu nombre
mi saliva se espesa
y se cierra mi garganta.

Tal es el efecto de tu nombre.

A veces te sueño vivo
paseando tu lacerante existencia,
tu esencia de otredad
inalcanzable y despojada.

Muerto te sueño a veces,
como moriste en mi boca
cuando los besos atormentados
me dijeron que habías muerto.

En cada momento te sueño.
Pero no te resucito.
Te prefiero en la certeza de la distancia,
en la necesidad de tu muerte.
Te quiero sabiéndote lejos
sin otra alternativa que el silencio,
sin otra perspectiva que tu sombra,
ajena y extraña.

No te resucito.
No.
Te sueño en la niebla de mis sueños
y en la música que quedó en mis oídos.

Así te sueño.

domingo, 11 de abril de 2010

Arrastrando cadenas andamos,
cadenas de perpetuas condenas
sólo por haber nacido.

Por la boca entreabierta y quieta
resbala una baba que huele a miedo
y a tiempo incontable
y a vómito negro, podrido.

Un dedo insidioso
nos señala,
nos marca con cruz de fuego
y nos llama por nuestros nombres.
Tú. Tú. Tú.
Nunca más. Nunca más. Nunca más.

Una sábana fría,
fría mortaja,
nos cubre mientras andamos
y nuestros huesos se quiebran, helados
y nuestras manos se retuercen, convulsas,
aferradas una a la otra
rezando plegarias a dios sabe qué dioses todopoderosos.

Un latido incesante en las sienes
nos rompe los tímpanos de la vida
y nuestras lenguas se desatan
en palabras que gritan,
en palabras que imploran,
en palabras que mueren siempre en silencio.

Un repentino anhelo de sueño nos invade,
de ese sueño que cierra los ojos
-inconsciencia-
y abre los del olvido.

Arrastrando la cadena perpetua,
condenados a vivir los ciclos
de esa imparable rueda que gira,
tú, tú, tú.
Toda tu culpa es haber nacido.

martes, 9 de marzo de 2010

Te cubriré de lilas
y de amapolas.
Te pintaré de azules
y te vestiré de hierba

Cuando vayas a caer.

Porque no te quiero muerto
ni te quiero quieto, mudo,
ni te quiero vencido.

No quiero tu tristeza
ni tu derrota
ni tu eterna melancolía.

No te quiero solo
ni quiero la sombra de tus ojos cansados.

No quiero tus heridas sangrantes,
ni tu cara vacía
ni tus labios secos
ni tu sonrisa perdida.

Te quiero de pie
Te quiero vivo
Te quiero azul
y verde hierba.

No eres el mar
ni el océano
ni un prado grande y limpio
ni un alto picacho
donde habiten las águilas.

Pero eres.
Tú eres. ¡Tantas cosas eres!

Eres el mar y el océano
y el picacho y el prado.

Sólo porque yo lo quiero
porque te pinto de azul
y te cubro de lilas.

Porque no te quiero solo y vencido.

Porque, si vas a caer,
ahí estaré.
Cerraré el abismo.

sábado, 20 de febrero de 2010

Tienes todos los nombres
con los que te nombran
mientras sueñan sobre tu cuerpo
otros cuerpos añorados.

Has pensado, incluso a veces,
que tu nombre ya no era,
que el silencio de sus sílabas
lo borró para siempre.

Callas tus palabras
mientras pronuncias aquellas
para las que te ofreces,
aquellas exigidas por quienes
se enredan en tus sábanas sin besos
con la premura de la media hora exacta.

Cierras los ojos
mientras amasan tus pechos
o empujan, sudorosos,
o vacían, jadeantes, su profundidad espesa.
Vives el urgente amor de compraventa
y cuentas las monedas
con la fuerza de tu rutina.

En algún momento
olvidaste lo que fuiste,
supiste lo que eras.
Porque eres lo que eres
aunque fueras lo que fueras.

Sólo cuando el tiempo es tuyo
y, callada, abres las ventanas,
crees oír en ocasiones la voz del viento
que trae el eco de tus palabras olvidadas,
que te acurruca, suave, en tus recuerdos dormidos,
que te lleva a ese lugar inviolado
que ya has dado por perdido.

Memoria.

Y a veces, también a veces,
cuando sólo habla el silencio,
crees sentir que ese viento generoso
te devuelve por un instante,
soplo de sombra,
tu nombre. Tu nombre de sal y de agua.
Tu nombre.
El tuyo.

martes, 26 de enero de 2010

No tardes.
Llégate porque te llamo.
Mi grito silencioso
es de urgencia contenida.

No tardes.
Ven porque te espero.
Si no vienes, si tú no llegas,
nunca más distinguiré
el blanco del negro,
la voz del silencio,
la alegría de la nada.
Y me envolverá la niebla,
la que acecha agazapada,
la que impide que mis pasos sean firmes.

No tardes.
Asómate a mis ojos,
enrédate en mi talle,
bríndame el calor de tu sonrisa,
paséate por mi piel,
saca de mí aquello que escondo.

Aparece ya,
en esta misma hora
y quédate en mi carne
que es alma a veces
y en mi alma
que necesita mi carne.

No tardes.
Aparece.
Llégate pronto, ahora.
Porque sin ti me asusta el amanecer
y me pesan las estaciones.

domingo, 17 de enero de 2010

Ahora,
cuando el atardecer es tempranero y sombrío,
cuando la vida incierta
ha borrado la sonrisa hermosa
y ha untado los ojos de cataratas prematuras.
Cuando vivir es pasar de puntillas
sobre campos de amapolas
y dejar la fuerza de tus huellas
sobre el betún del asfalto,
sobre las sombras de los muertos.

Cuando el aire es denso y opaco
y de las horas sólo queda el olor sin aroma
y los pasos se hacen lentos
y fatiga el peso de los hombros
y los labios te dicen que todavía, quizás todavía.
Todavía.
Torpe ilusión del desengaño.
¿Qué significas, todavía?

Ahora, cuando ya de todo
sólo quedan retazos
y la apisonadora arrasa
aplastando los brotes reverdecidos.

Ahora, cuando los días se suceden
como martilleos de herrero,
duros y monótonos
y el cielo no se abre
para esparcir su polvo de estrellas.

Cuando el sol asoma su brillo
para iluminar cicatrices.
Cuando quedan sólo retales,
retales de brocados que fueron hermosos.
Cuando del fuego vivo, embriagador y envolvente
sólo quedan rescoldos de ceniza.

Ahora,
ahora puedo recordar, llorando,
el perfume salvaje de la vida naciendo.


ZAXANAERCIS

sábado, 19 de diciembre de 2009

A veces creo que sólo existes porque te pienso
Y te pienso para que existas
para devolverme tu piel y tu rostro
para pintar estrellas en mis ojos
y oír tus pasos y reconocer tu voz.

Tu voz, ausente.

Te pienso para retorcer el tiempo
para borrar la escarcha que me dejaste.
Para pronunciar tu nombre,
tu nombre que sabe a brea,
tu nombre que huele a humo.
¿Recuerdas el sabor de las cerezas?
Te pienso por el sabor de las cerezas,
mordiscos rojos y carnales de un tiempo que se heló.

Después, el frío.

A veces creo que sólo existes porque te pienso
y a veces creo que sólo existes sin mí.
Líneas paralelas que trazó el destino.
Burbujas sin sincronía.
Metáforas del desencuentro.

Hojas, hojas caídas.

Nunca te encontré.
Quizás porque tú no existías.
Ni existías ni existes.
O sólo si te pienso.
O sólo sin mí.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Búscame, si me buscas,
al otro lado del espejo.
Búscame en el horizonte de la noche
donde lo real deja de serlo,
donde la luz juega al escondite.

Mira en las palabras difíciles de decir,
en las nubes que oscurecen el brillo,
en las viejas páginas de mis libros.

Búscame en el canto del cárabo.

Registra en el baúl de la memoria,
saca los viejos tesoros,
huele el aroma de los lirios, ya marchitos,
que guardé envueltos en seda.

Búscame en las grietas de las rocas,
en las veredas del sinsentido.
Mira en las encrucijadas,
en las fronteras de la existencia.

Sigue buscando donde ya nada hay,
donde las sombras son la verdad.
Búscame en las grutas de la vida,
en los abismos del recuerdo,
en el letargo del tiempo.

Búscame en la desesperanza,
en los añicos de la risa,
en la soledad del silencio.

Búscame en el jeroglífico en que me convertí.
Piensa, descifra los signos.
Búscame, búscame
y me encontraré.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Goya dijo que el sueño de la razón produce monstruos.
La tuya hace tiempo que se echó a dormir una larga siesta.
Sólo ruegas, ansías, esperas que el despertador suene pronto.
Para ti, que luchas.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Nada tan cierto como tú, amor.
Nada tan cierto como tu saliva
empapando mis labios sedientos.
Nada tan cierto como tus manos,
cálidas yemas posadas en mi vientre,
sólidas garras aferrándose a mis caderas.

Nada tan cierto como tus ojos encendidos
clavados en el brillo de los míos.
Nada tan cierto como tus latidos,
el pulso acelerado de tu roja sangre.
Nada tan cierto como tus palabras,
arrullos de paloma enredados entre sábanas.

Nada tan cierto como mis manos,
alas de mariposa acariciando tu nuca.
Nada tan cierto como mi sonrisa al mirarte.
Nada tan cierto como mi abandono,
esclava de tu deseo.

Nunca nada tan cierto, amor,
como mi pelo alborotado de tanto amar.
Nada tan cierto.

martes, 8 de septiembre de 2009


Viniste conmigo
en cada kilómetro de carretera
árida de esparto.
Visitaste conmigo
las quebradas abruptas
de las minas centenarias.
Viste los faros que guían a los viajeros
coronando cimas de roca.
Sentiste el calor y el agua,
oliste a tierra desierta
y a mar salobre.
Te abrazaste tú también
al olivo milenario
cuyo tronco me atreví a besar.
Descansaste conmigo
en las horas de sol cegador
refugiados en el aire y la penumbra
de una habitación.
Me seguiste.
Probaste mi sequía y mis risas
mis silencios y mis palabras,
mi cuerpo empapado de sudor
o goteante de agua salada.
Me probaste. Me bebiste.
Viniste conmigo en cada kilómetro
de mi corto viaje.

viernes, 3 de julio de 2009



Sin dejar migas de pan tras de mí
me internaré en un bosque negro,
oscuro como la boca de un lobo negro,
reino de la noche
y de sus tinieblas.

Nunca la rastra multicolor de la vida enlatada
encontrará cabida allí.
Nunca las luces refulgentes del neón
-falsos semáforos llamando al goce de lo advenedizo-,
encontrarán allí su entrada.

Una roca excavada
por milenarios vientos,
por torrenciales lluvias,
por golpes de martillos
surgidos de las entrañas terrestres,
me ofrecerá el refugio que busco.

Aullidos de lobo,
aullidos de lobo solitario,
sin manada,
quebrarán los silencios,
el silencio.

Ojos abiertos,
ojos sabios,
ojos sin párpados
del búho de la noche
proyectarán su luz bella y tranquila.
Serán la sábana que me envuelva.

Un viento frío y seco, seco como el desierto,
moverá las frondosas copas de los árboles.
Bailarán para mí
danzas invernales,
danzas de arrumacos fértiles y gloriosos.

El murmullo lejano del agua
llegará hasta mis oídos desatentos,
traerá el maná que todo lo llena,
agua para la sed,
para esa sed de la lengua y de los dientes,
para esa sed del letargo.

Un manto de incontables luces,
arriba,
allá arriba,
culminará el escenario.
Las luces y el negro.
Diamantes engarzados en éter de betún.

Tumbada, las miraré,
trataré de contarlas,
les pondré nombre.
Nombres.
Nombres.
Nombres venidos de aquí y de allá,
nombres de mi memoria licuada.

Las miraré y,
acostada en la tierra,
me abrazaré a ellas.

Hasta la noche siguiente,
por la mañana.

domingo, 21 de junio de 2009



Donde el silencio se hace música,
donde cada amanecer es un aria,
donde no cabe sino un eco goteante.

Donde el recuerdo se hace carne,
donde el sabor es a olivo y a vides,
donde la noche te acuna
- noche que acunas, pon tu mano sobre mi frente-.

Donde el vino te embriaga
disipando fantasmas
y tiñendo de rojo los temores.

Ahí estaré.

Sola, imagino,
como solos somos,
pero te encontraré
y me contarás cuentos que me harán dormir.

domingo, 14 de junio de 2009


Una guirnalda de flores amarillas
ciñe su cabeza
de largo pelo oscuro y ondulado.
Gasas y sedas tiernas y transparentes
envuelven su cuerpo,
mármol tostado,
mármol sin mácula.

Con sus pies descalzos
sube, sinuosa, al otero
donde se alzan las tres columnas de alabastro.
Danza, gira,
ríe hermosa,
ríe como las vírgenes que se saben piel y sangre.

Baja columpiándose de la ladera.
Sus pechos saltan,
inhumanamente tersos.
La juventud, luz desbordando sus ojos.

Un caballo blanco y alado
la espera en la orilla del mar.
Sube a horcajadas
y el caballo tiembla,
se intimida.
Con el roce de sus velos
presiente a la diosa-hembra
que cabalga dominante,
siente el fuego de la hembra-diosa.
Hembra, juventud y mármol.

La vida es brisa, la brisa de ese mar,
el sol meciéndose en el otero,
el aire transparente y mullido,
el cosquilleo en el pecho de la virgen que se reconoce impura.

sábado, 13 de junio de 2009

FRAGMENTOS



Una noche él descubre que ella mira a través de la seda negra. Que mira con los ojos cerrados. Que sin mirada mira. La despierta, le dice que tiene miedo de sus ojos. Ella dice que es de la seda negra de lo que tiene miedo, no de sus ojos. Y que además también tiene miedo de otra cosa. De todo. Quizá de eso.

M. Duras. "Los ojos azules pelo negro"



Qué tonto había sido. Cuantos problemas surgirían en los días, las semanas, los años siguientes. Pero también viví una sensación de ligereza, de optimismo, como si me hubiera quitado de encima un peso mortal. Desde que había alcanzado lo que llaman uso de razón hacía una cosa y pensaba otra porque el peso de las cosas parecía muy superior al de los pensamientos.

John Banville. "El libro de las pruebas"


Mientras comía las tajadas de plátano sentí que regresaban, una a una, mis viejas lealtades a la vida, al mundo depositario de nombres siempre renovados y a tres o cuatro seres cuya voz me alcanzaba por encima del tiempo y de mi incurable transhumancia.

No es todo lo que quería decirle. Ni siquiera he comenzado. Lo cual, desde luego, no importa. Con usted no es necesario decir las cosas porque ya las sabe desde antes, desde siempre.

Alvaro Mutis. "La nieve del almirante"


En el primer bar que encontrara convocaría a mis dioses tutelares, a los ciegos consejeros que sólo se presentan cuando alcanzamos ese estado de gracia que el vodka sabe dar con tan sabia e inexorable fidelidad. Allí estaba la respuesta salvadora, la otra orilla donde se pulen los símbolos y suceden las celebraciones que disuelven toda perplejidad y ahogan toda duda.

Alvaro Mutis. "Ilona llega con la lluvia"


La embarcación hace, para él como para tantos, las veces de útero, y el marinero se enduerme, confiado en que la mañana le traerá la luz radiante del invierno o la larga belleza de los matices del gris nuboso en la mar. Pero ahora, en la cálida oscuridad estremecida de la dársena, separado de la fría lluvia por una sobria seguridad, Thorn ha vuelto a dormirse.

Terminaré mi relato dejando caer que, al abrigo de un pantalán, y con la apacible serenidad del que permanece aislado por deseo propio o por la imposibilidad de cumplir sus deseos de compañía, el marino sueña en la felicidad que se escapó y la transforma en el lejano Himalaya y en sus pétreos mares infinitamente alejados del mar.

Antonio LLamas-Cánaves. "Lluvia en el Tibet" (Relato)

domingo, 31 de mayo de 2009


Veo un cielo limpio
paseando por encima de los picachos.
Los árboles tienen la vida centenaria
de los sabios enraizados en la tierra.
El silencio te habla
si quieres escucharlo,
por entre los troncos y las piedras.
Un aire añejo y transparente
trae los ecos de la vida.

El verde te cubre,
confecciona un traje de hojas
para tu desnudez emocionada.
Los caminos están desiertos,
te esperan los recodos y la tierra virgen.
La genista llena tus ojos
de frutales matices amarillos.

Tus pisadas quedan enterradas para siempre
en el polvo y en la tierra sagrada.
Sagrado es el olor que todo lo envuelve.

Si te dejas,
si te abandonas,
vendrán las aladas hadas,
los espíritus del agua,
los geniecillos subterráneos
y te hablarán al oido,
cantarán para ti
canciones y arrullos de vida,
melodias de paz.

sábado, 23 de mayo de 2009

EL OLOR


- Aquí huele a madroño. ¿No lo notas?
- ¿A qué has dicho que huele?
- A madroño.
- Esto ya es el colmo; siempre obsesionada con el olor a tabaco de esta casa y ahora es a madroño. Además, ¿por qué sabes que es madroño? A lo que huele es a los litros de colonia que echas cada día para disimular el tabaco.
- ¡Y yo qué sé por qué a madroño! No es a colonia. Yo lo distingo. No puedo saber por qué a madroño. Apenas he visto alguno y nunca los he probado.
- Pues entonces déjate ya de olores. Cada día más maniática.
- No me jodas. Sí, maniática, sí, muy maniática. ¿Y qué? Ojalá no lo fuera. Pero te juro que huele a madroño. ¿No lo notas? ¿No notas un olor extraño en todas partes?
- Déjame. Tengo la cabeza embotada y me la estás poniendo peor. Si huele a madroño, pues vale, a madroño. Ponte a leer, haz algo, olvídate ya.

Salió de la habitación estudio donde estaban los dos y siguió el rastro del madroño, hociqueando por toda la casa como un sabueso, parándose en las esquinas, debajo de las camas, en la alacena, en el frigorífico. Olió los sofás, las cortinas, los edredones. Metió la nariz en cada hueco y en cada escondrijo; abrió cajas, revisó platos, vasos y cubiertos… A madroño. Definitivamente. Y una sensación de tormenta huracanada la hizo girar en su vórtice.

Se sentó en su sillón, encogida, acurrucada, fetal. Al rato un estruendo impredecible salió del techo, ya derrumbado, y, entre cascotes, cientos y cientos de madroños cayeron en tropel sobre el suelo, los muebles, sobre su cabeza, su cuerpo. Granizos enormes y frutales desparramando su olor.

Se levantó como pudo, espantada, todo el espanto reflejado en sus ojos que lloraban histéricos. Saltaba, se revolvía el pelo, tironeaba de su ropa, gritaba. Le gritaba a él.

- ¿Lo ves? ¿Lo ves ahora? Mis manías, Siempre mis manías. ¿Has visto esto?, dime ¿lo has visto? Mira el techo, los madroños. Huele, coño, huele. Dime ahora que no es verdad lo que notaba. Suplicante. ¿Qué ha pasado? Por favor, dime lo que ha pasado.

Las manos cada vez más agitadas, las cuerdas marcándose abultadas en el cuello a punto de estallar, los ojos bañados en sangre.
Dime, dime lo que pasa, por favor, por favor, por favor.

Ahora, cuando un vientecillo empieza a levantarse moviendo las ramas de los sauces e invitando a retirarse, ella sigue recordando todo, todo, en la clínica de reposo donde lleva internada más de quince días. En su cabeza, como golpes de martillo, unas palabras insistentes, tenaces, imborrables, se repiten compulsivas: "el oso y el madroño, el oso y…


marzo, 2009

viernes, 15 de mayo de 2009



No te equivoques.
Los fragmentos de esperanza que buscas
no son sino palabras de diccionario.
No la busques.
Simplemente no existe.
Si quieres,
lánzate al vértigo,
sumérgete en el fondo de las aguas,
rompe muros y cristales.
Desnúdate. Vive sin coartadas.
Pero no esperes nunca.
No esperes nada.
Aquello que ansías
es sólo el brillo engañoso
de una estrella que se apagó
hace miles de años.

miércoles, 13 de mayo de 2009




Soñé toda una larga noche,
extensa y dilatada,
que el reloj de arena se ponía horizontal.
El tiempo soñando; yo soñando el tiempo.
Al despertar, todos los relojes del mundo
empezaron a marcar el tic-tac de las horas.

martes, 12 de mayo de 2009



¿Has borrado ya, tiempo, la huella de ese parque donde siempre es otoño?
¿Quizá ya pasaste y te llevaste para siempre el otoño y el parque y hasta el momento en que yo lo vi por primera vez?

¿Cuándo?, preguntas.
Hace tiempo. Hace nada. Hace un segundo, Hace una eternidad.

lunes, 11 de mayo de 2009



Despierta.
No cierres los ojos al miedo
porque el miedo no eres
sino tú.
No lo dejes a un lado,
no trates de enterrarlo.
Míralo. Mírate.
No es otra cosa que tú.
Algún día pasearéis de la mano
y habrás aprendido
que mirarte es mirar sus ojos hermanos.

lunes, 4 de mayo de 2009

Si te enteras




Si te enteras, si buscas, si encuentras,
dime dónde está ese lugar
donde no existen las casas,
ni los quehaceres, ni las rutinas
ni los encargos.
dime dónde está.
Llévame.
Sólo un tiempo.
Un tiempo sin nadie que me reclame,
un tiempo sin relojes,
un tiempo sin teléfonos,
sin planes, sin prisas.
No quiero urgencias,
Lo necesario deja de serlo
porque no existe la necesidad.
Déjame que lo viva,
sólo un tiempo…
Lo demás ya vendrá
después de ese tiempo.
Déjame que cierre los ojos del alma,
deja que me trepanen la vida.
A medias, pero tranquila.
Que me injerten brotes de olvido,
que me inyecten lluvia destilada,
que me borren conciencias sin brillo,
que me dejen vivir en la ignorancia,
que no sepa,
que no recuerde, que me dejen la salida
de no encontrar más salidas.
Que me engañen. Que me duerman.
Dormir bajo un sauce la pura y absoluta ignorancia.
Creer que nunca he vivido.
Que me dejen.

Abril 2009.

domingo, 3 de mayo de 2009

Volveré ...

Volveré como los remolinos al viento,
me posaré en silencio en un agua mansa.
Mi boca no hablará
ni mis oídos escucharán.
Seré un cuerpo sin peso,
flotando mecida por aguas tranquilas.

Volveré como la ceniza que el viento arrastra,
cuerpo sin peso. Sin entidad.
No seré nada y así seré muchas cosas.
No renaceré, esplendorosa, como el ave Fénix,
seré pequeña, sin voz ni oído.
Seré pequeña como pequeño es lo que queda
tras arrancar la ganga al mineral.
Seré pequeña para transitar volando.
Agitaré mis brazos y nadie lo sabrá,
chuparé néctares metiendo mi lengua en las grietas de las rocas
y nadie me verá.
Subiré a los tejados, junto a los gatos,
y sólo el sol sabrá de mí.
Bajaré a las aceras y evitaré las suelas de los gigantes.

Seré pequeña.
Así volveré cuando, por fin,
los sueños se hayan gastado.

ZAXANAERCIS. Abril 2009

Para infinito rojo



Gracias por todo. Gracias por tu tiempo y tu amistad. Gracias por empezar a construirme este pequeño mundo y, sobre todo, gracias por tu generoso, y para mí, valiosísimo empeño en fabricarme una ilusión. Gracias. Infinitas gracias.

sábado, 25 de abril de 2009

El mar

Crece el mar decapitado.
Espumarajos verdes y negros
de algas y arenas asfixiadas.
Algodones púrpura y grises
bailan por encima su ritual danza
macabra.
Tormenta sin aire.
El pardo con el verde oscuro
y el negro con la sangre del rojo.
Peces agonizantes saltan las murallas
del agua acre y polvorienta.
Los corales del fondo se quiebran,
añicos de materia desintegrada.
El negro y el rojo sangre.
Vuelan las gotas de sal
como espumas enredadas
en madejas despedidas por la furia.

El mar crece ahora hacia dentro,
remolino descomunal que traga, insaciable.
El infierno ha abierto sus puertas
y el humo condensado de siglos
es engullido con alaridos de dolor.

Crece el mar sin cabeza
pintando todo de luz amarga y cenicienta.
Crece, grita sin cabeza
y hay un hedor de sustancia podrida,
podrida o tal vez muerta.


ZAXANAERCIS. Abril 2009

viernes, 24 de abril de 2009

Con los brazos enlazados...

Con los brazos enlazados
y las piernas enredadas, las mías y las tuyas,
con tu boca en mi pecho
y con mi boca en tu oído
te diré: trágame, trágame.
Pero no me dejes crecer ahí dentro y, sobre todo, nunca, nunca,
me dejes salir.

ZAXANAERCIS. Abril 2009

jueves, 23 de abril de 2009

Vida

Por las alas de las mariposas quiero vivir
Por el musgo de las piedras quiero vivir
Por la luz oscura de los otoños quiero vivir.

Por una senda que conduce al bosque quiero vivir
Por la madera desconchada de los árboles,
por la luna que mece mi cama,
por la locura embriagada de un vaso de alcohol,
por las voces, por los signos,
por las miradas fugaces,
por el tibio calor de los recuerdos,
por mis vidas pretéritas,
por una ventana abierta,
por las horas en penumbra,
por los sueños embalsamados,
por una sonrisa cómplice,
por una lágrima que lamer.
Por todo lo que sabe a saliva,
por todo eso
quiero vivir

viernes, 27 de marzo de 2009

Puedo imaginar...


http://infinitorojo.blogspot.com/2009_03_01_archive.html

Puedo imaginar una cueva protegida y una hembra antepasada empapando sus manos sumergidas en las entrañas de un animal recién cazado.
Cogió coágulos y los amasó y los extendió con cuidado por las paredes de piedra. Coció barros y arcillas y los mezcló con el calor de la sangre.
Contempló su obra: era el rojo, el fuego, la sangre.Adelantándose miles de años pintó algo que luego se llamó INSOMNIO. El rojo es eterno,la sangre y el fuego también. Aquella hembra y tú os habéis conocido en sueños.
Maravilloso. Infinitamente rojo.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Despedida

Busco la maleta en silencio. Es media noche de luna escarchada.
Mi antigua maleta, la de mis antiguos viajes, ahora viajará
vacía. Miro en silencio lo que más importa, las mariposas, los cromos,
los cuadros, las postales, las fotografías, los libros, los brazaletes,
las cosas que encontré en la calle, el búho que siempre me miró, las
velas que aún no encendí, los folios que aún no escribí. Todo quedará
en los estantes y colgará de las paredes. Como siempre, para siempre.

En silencio, para no despertar corazones que duermen, para no desvelar
ojos que sueñan, para que aún no se note mi ausencia.

El silencio, mi cómplice. Camino despacio, descalza, sin luz, para no
sobresaltar cuerpos cansados. Déjalos reposar, de momento, en su
ignorancia.

Cierro puertas. Un vistazo rápido con el alma estrujada como un papel
que se tira. El agua en los ojos quiere aparecer. No la dejes.
Te traicionará. Ponte la venda en los ojos, no escuches las voces
ni las melodías. Te convertirás en estatua de sal. El río está ya
cerca y el susurro de su corriente se refugia en tus oídos.

De puntillas salgo despacio de las que fueron mis casas. En silencio.
Mientras bajo la escalera, una estela de sangre, la misma que
quedó dentro, va deslizándose tras de mí.

ZAXANAERCIS

jueves, 5 de marzo de 2009

Ya se hacia donde vuela...


http://misseres.blogspot.com/2009_03_01_archive.html

Ya sé hacia donde vuela. Vuela hacia ninguna parte. Va a tierras de caminos cortados y encrucijadas donde el polvo hará enrojecer sus ojos y permitirá las huellas de sus pisadas. Caminos de paso, sin meta.
Vuela hacia un lugar donde los espejos le devolverán su imagen extranjera. Vuela donde vuelan los que están solos: a una habitación de cama extraña donde posar una maleta casi vacía. Vuela hacia la angustia de la incertidumbre.

ZAXANAERCIS

viernes, 20 de febrero de 2009

Y quizás...


http://misseres.blogspot.com/2009_02_01_archive.html

Y quizás, simplemente, porque una gran parte de la vida no es para vivirla sino para soñarla, ella dice: 'quiero una eternidad de praderas verdes y laderas inclinadas por donde deslizarme girando hasta llegar al valle teñido de verde hierba y de rojo amapola. Deslizarme riendo, riendo como niña, como loca, como libre, como vacía y con el corazón latiendo valiente a golpes de pecho.
Necesito el aire, la brisa, el fuego, la tierra y un rayo de sol, un sol que me acaricie la cara, que me bañe y que me dore.
También necesito unos brazos abiertos en abrazo generoso. Abrazo de vida. Abrazo de aire. Abrazo de risas. Abrazo de brazos y manos que se quieren abrazar, viviendo'.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Perdido entre lunas negras ...


http://misseres.blogspot.com/2008_12_01_archive.html

Perdido entre lunas negras, negro de lunas, ojos negros como los mares de las negras lunas. Negra la noche sin luna. Solo. Rostro y manos (¡qué rostro, qué manos!) de hombre perdido y solo.
Tal vez el sol de la mañana lo descubra dormido, o muerto, o sentado, lleno de luna, perdido, solo.
¡Qué maravilla de personaje!.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Ojalá...



Ojalá que a este hombre del acordeón que esparce sus notas desencantadas en un rincón de la ciudad,ojalá que a este hombre que conoció mejores tiempos (suponiendo que la palabra "mejor" sea la adecuada),ojalá que a este hombre entre miles de hombres, algún paseante desconocido le deje caer en su caja de cartón un mágico doblón de oro. En cualquier caso, que tenga suerte y pueda dormir sus sueños, los que sean, en el interior del cajero. Que duerma. Que no pase frío.

jueves, 16 de octubre de 2008

Con tu última palabra...


http://infinitorojo.blogspot.com/2008_02_01_archive.html

Con tu última palabra,
el rayo afilado de tu lejanía
se me clavó,
estilete certero y doloroso,
en algún lugar voluntariamente anestesiado,
voluntariamente enredado en jirones de gasas
que velan la certidumbre,
jugando al escondite,
de una realidad largamente intuida.
Y despertó
Y vio
Y supo.
La cabeza se venció hacia un lado,
cesó el pulso unos segundos,
los labios se entreabrieron.
Una gota resbaló, inútil, por la mejilla.
La lamí
Y toda yo supe de la sal
y del naufragio en aguas saladas
de inalcanzables deseos imposibles,
imposibles a pesar de la estela del momentáneo resplandor.
Y la sangre dejó de correr
y supe del hielo
de la carne muerta.
Supe que sólo en los días de espera
es posible la esperanza y el batir de tambores allá adentro.
Supe más,
supe, así, del engaño de lo esperado,
de la inutilidad de las palabras aladas
jugando a confundir
con la insistencia de su juego falaz.
Supe que sólo entre almohadas
surge la gran trampa,
la gran mentira de lo que no es.
Hilos que tejen con gestos y susurros,
con caricias y humedades,
sueños sin raíces,
sueños que son ya una despedida
con el último botón que se abrocha
o con la última cremallera que se cierra.
Supe que el silencio,
un silencio en el que caben las voces,
es la única verdad,
la única en esta lid de espadas entrechocadas,
la única en este fragmento de vida
que arrastra historias de un hermoso pasado,
la única en este juego sin reglas
en el que, lo sé, me toca perder.
Supe, finalmente, que de tu voz,
tu voz profunda y amada,
nunca saldrán enlazadas
las sílabas de lo que
en ningún pretérito ni ningún presente
habrían podido ser:
Quédate.
ZAXANAERCIS.

miércoles, 2 de abril de 2008

Negro sobre negro


http://misseres.blogspot.com/2008/04/oscuro-abismo.html

Negro sobre negro
y sobre el negro
manchas de betún y alquitrán.
Los colores se destiñen de las paredes,
de los objetos.
Al caer,
un charco negro
como la luna negra
desliza sus lenguas
por el suelo, negro.

Las lamparillas que iluminan
son de cera negra
densa y negra
como sólo una vez
la parió la abeja reina
desde el fondo de sus entrañas de luto.

Una bruja salta de un estante
encarnada en carne de leño reseco y negro.
El búho que la acompaña
tiene en sus ojos negros
la sima profunda y negra
de la locura.

La locura negra.
La cera negra.
La sima negra.

Gracias, Gaviero, si me permites que esto figure acompañando a ese cuadro que me fascina y me aterroriza.

ZAXANAERCIS

jueves, 6 de marzo de 2008

Llueve...


http://infinitorojo.blogspot.com/2008_03_01_archive.html
Llueve.
El cielo se ha desgarrado en una lluvia impaciente y limpia
para regar las cerezas de la novia de pelo rojo. Rojo como las cerezas.
El ramo, verde y rojo, rojo de infinito rojo,
se empapa de gotas que borran el ansia de la sed.
Ella espera, las cerezas de su pecho erizadas de lluvia brillante.
Por sus velos transparentes revolotean libélulas de agua que sacia,
que moja el lecho que espera ser mojado.
Y las cerezas crecen en el lecho.
Y el rojo y el azul y el verde
y los frutos y los cuencos y el cabello encendido de la novia
se funden en un lienzo de color, de humedad y de espera.
Ella espera.
Los frutos ya están en sazón
los latidos de su vientre marcan el compás.
También ella está en sazón.
Mientras, muerde una de las cerezas
y un jugo rojo y tibio
resbala lentamente por sus labios y su
cuello desnudo.

ZAXANAERCIS

domingo, 2 de marzo de 2008

A Morgana


http://infinitorojo.blogspot.com/2008_03_01_archive.html

Siento las flechas de la luna roja del atardecer
traspasando una a una mis vísceras,
llenándolas de roja sangre caliente hasta empaparlas como esponjas
que vierten el líquido viscoso en mis venas y arterias,
en mis oquedades y mis sienes,
en mi vientre,
en mis senos, en mi pubis y en mi piel,
toda mi piel,
toda ella renacida con sangre de joven virgen,
trasparentando el rojo.
el rojo infinito.

domingo, 25 de noviembre de 2007

Palabras para tu nombre















Hay una isla que lleva mi nombre.
Mi nombre en la saliva espumosa que araña sus playas.
Mi nombre en el viento que lame y transforma sus dunas.
Mi nombre en el eco de otros nombres de otros hombres,
de otros tiempos.
Soy el volcán de la isla que lleva mi nombre.
Cenizas y lava muerta.
Dentro, muy dentro, donde ya sólo la memoria cuenta
ruge la vida en el volcán.
Vida de horas encendidas,
rojo incandescente y líquido,
líquido de magma glorioso que se derrama, a borbotones,
con el lejano recuerdo de una tierra fertilizada por
roces de manos sabias
y de labios, de sabores de labios encendidos.
Rojo incandescente y líquido y líquido.
Soy el albatros que la sobrevuela.
La escudriña. La otea.
Por si acaso. Por si todavía, por si aún la posibilidad
de un todavía.
...Todavía, quiero pensar, borrando espesas telas de araña,
que soy la isla que lleva mi nombre, allí donde los bejucos verdes de fluor y de savia nueva y fresca se mezclaban con las bayas carnales, rojas y abiertas y cantaban mi nombre, glotones,
mi nombre de magma sabroso y frutas maduras.
Cuando todo era aun posible.
Hay un rincón en la isla que lleva mi nombre y yo pinté para ese rincón un fondo de cielo azul cobalto, de luna grávida y estrellas de plata. Y un león errante y solo que vela el silencio de los párpados cerrados
y un lecho de arena ocre y fina,
dulce como el roce de unos dedos en mi vientre,
uterino y cálido como el líquido amniótico de la vida,
placentero, mullido y reposado como el reloj que ha cesado en su tic-tac de las horas.
Y en ese lecho soy yo la figura yacente sobre almohadas de plumas blancas
y oigo crecer la hierba y siento la reverberación de la espuma,
y amo el volcán sin ceniza,
y sueño sueños de bejucos y bayas encarnadas,
y vuelo como el albatros
y el entonces y el todavía
y la memoria y los ecos ya no son palabras desligadas.
Y ahí siento la vida. Que palpita. Que late. Que mana, generosa.
Y esá, la que yo soy
la que fui y la que seré
vive esa vida. Yo vivo. Yo vivo mientras duermo
Mientras duermo vivo.
Vivo mientras sueño.
A Infinito Rojo

Por una tarde y muchas palabras,
por unas cervezas y un dossier de fotos bellísimas.

Noviembre 2007

lunes, 5 de noviembre de 2007

De todas ...


http://infinitorojo.blogspot.com/

De todas las calderas del infierno
De todas las explosiones nucleares
De los infinitos átomos del sol
Del níquel y el hierro del centro de la tierra.
De todas las algas más raras del fondo del mar
De todas las serpientes rojas e indómitas
De todos los tintes anaranjados de la naturaleza
De cobre fundido
De luz de atardecer
De viento del desierto soplando furioso
De ígneas mareas dominadas por la luna
De todos los fuegos, de todos...
De eso está hecho tu pelo.
Virgen desnuda,
sólo las lenguas rojas de tu melena
te cubren y te abrigan.
Piensas.
Te quedas en silencio
apoyada en la transparencia de un cristal que exhibe aún más tu expuesta desnudez,
tu desnudez azul
tu desnudez sin pudor,
de tan púdica.
Piensas.
Tu pecho se mantiene erguido
y tu mano reposa sobre el cristal.
Piensas
Y sólo el torbellino de fuego de tu pelo salvaje
se agita y se conmueve.
Virgen azul,
Mujer-sirena de ojos acuosos,
mirada extraviada y remota.
Piensas y la gran explosión del primer día
despeina tu cabello,
mecido por todos los vientos,
regado por todas las lluvias,
tu cabello, de incandescente materia viva


ZAXANAERCIS

martes, 19 de diciembre de 2006

Pequeño homenaje a una mujer de grafito y lienzo.




http://misseres.blogspot.com/2006_12_01_archive.html

Ya no es muy joven; lleva el pelo largo, largo y lacio cayéndole sobre la espalda. Aros en las orejas, un bolsito colgado al hombro y un top diminuto, demasiado ceñido, que muestra su ombligo y apenas tapa sus pechos como de silicona. Es huesuda, hombro, brazo y clavícula marcados y al final del brazo una mano enormemente larga y fina de uñas cuidadas sosteniendo con languidez un cigarrillo.
Mira de frente, un ligero rictus desde la nariz hasta la boca empieza a marcársele. Finalmente, sus ojos. Lo indescriptible. Enormes, abiertos, perezosamente abiertos. Si te sumerges en ellos puedes ver o tratar de ver o de intuir lo que los ha hecho así, lo que les dio esa expresión, tan suya, tan firme y tan perdida. Como de presa fácil, pero sólo aparentemente fácil, sólo aparentemente. Es mi puta triste. Eso me dicen sus ojos y su escote.
Es la mujer que me hipnotiza, la que miro y contemplo durante minutos casi todos los días.
Ha tenido una vida, ya lo creo que ha tenido una vida; primero de hadas y brujas de cuento, de gritos alborozados de niña, pero una niña que se escapaba sola de vez en cuando a un banco apartado desde donde mirar, sólo mirar.
Seguro que ha tenido una vida como la de todo el mundo, pero reciclada en su cabeza, pasada por el tamiz particular de sus luces y sus sombras.
Ha habido muchos hombres y los seguirá habiendo, lo dicen sus caderas firmes y su vientre plano y sus labios hinchados y carnosos de carmín rojo. Pero hubo uno, sí, hubo uno que le marcó los ojos y se los dejó fijos en un punto lejano de brasas ardiendo y lágrimas de bilis de donde ya no los puede rescatar. Después muchos otros, sólo carne o carne y algo de ternura, hubo palabras para ella, algún susurro de falsa entrega, hubo polvos rápidos y rapaces y noches de invierno donde brazos ajenos, que desaparecerían al amanecer, le quitaban el frío de momento, el frío del cuerpo y el de las pupilas.
Su grito, el grito, el gran grito de su vida lo lleva dentro, pero no lo suelta, no se desgarra, lo asume y lo guarda en ese trozo de su cerebro donde residen su inteligencia y su fatalidad.
Se mira, se gusta, se retoca, se perfila, mueve la melena y sale a la calle. Su vida sólo la reconoce ella; para los demás es esa medio puta, más sobada que un colchón de lana, pero aún muy aprovechable. Para mí es mi puta, mi puta que no cobra nada a cambio, mi puta que sale sola cada noche a cazar para no caer en la tentación de cazarse a sí misma.
Es mía y la tengo en mi cuarto. Alguien la creó y me la regaló; desde donde mires, siempre la ves, a ella, a mi puta triste.